A cuántos no les ha pasado que, en la preparación del famoso equipaje de viaje, han terminado echándolo todo a la maleta "por si acaso". Pero, cargar una maleta más grande que yo y, definitivamente, más pesada que mi débil estructura... es algo que no permitiré.
Después de registrar en una libreta todos los posibles destinos que visitaré en mis vacaciones, anoté al lado de ellos las condiciones climatológicas y fenómenos del tiempo que puedan suceder. Después de echar un vistazo de arriba abajo llegué a una conclusión. Necesito una maleta nueva. Donde quepa, claro, toda mi ropa de otoño-invierno y algunas tenidas formales. Sin contar, claro, con las botas!
Resultado: debo llevar ropa muy abrigada "para la calle" pero sin descuidar que, cuando entre a una casa o a un lugar cerrado (desde el metro a un café) probablemente deberé quitarme los calcetines de lana para no morir de calor.
Entonces.
He abocado todas mis energías a encontrar "la maleta ideal".
Liviana (debo llevar máx. 23 Kgs),
impermeable (es decir, las telas a parte de humedecerse, se manchan y después de un tiempo dejan de ser "chic"),
con rueditas ultra firmes (para subir y bajar la vereda sin problemas) y
segura (con sistema de seguridad incluído).
...Ah, por supuesto, debe ser accesible.